Estoy de acuerdo en que la Ley debe cumplirse, y nadie debe saltársela. La ley en un pais democrático debe nacer de lo que los ciudadanos entienden es lícito. No debe estar de espaldas al ciudadano, una ley que hoy es vigente puede ser que esté desfasada respecto a la creencia mayoritaria de los que deben cumplirla y entonces se ha vuelto obsoleta y hay que modificarla. Eso es cultura democrática y si una minoría está en contra de ese cambio y es reacio a su modificación debemos aplicar el sentido común y negociar los términos en los que esa ley debe mutar.
Dicho esto no debemos rasgarnos las vestiduras por proponer modificaciones de una Ley, LA LEY por antonomasia que se fraguó hace treinta años por una serie de personas de muy distinta procedencia ideológica y en un momento determinado de la situación política en nuestro Estado. Salíamos de una dictadura, con muchos ciudadanos aun muy apegados a las teorías franquistas, otros a la religiosidad del Estado, otros muy progresistas… _Y ahí nació el consenso.
En este momento después de varias décadas donde nos comunicamos por la calle con alguien que está a cientos de kilómetros hablándole a un cable, que nos disponemos a irnos de viaje con nuestro coche sin ningún mapa de carreteras pero con una pequeña pantalla que nos dice “GiliPollaS gira a la derecha… Que en tren tardamos lo mismo en ir de Barcelona a Madrid de lo que se tarda en comer en un restaurante del centro en domingo, en este momento decía debemos plantearnos si hay que modificar lo que algunos pretenden que sea inmutable.
No es ético que lo que un parlamento de una comunidad autónoma, un parlamento y un senado estatales y la mayoría de los ciudadanos de una comunidad autonómica concreta den por bueno, lo pueda denegar el Tribunal Constitucional por una presunta inconstitucionalidad del texto de l’Estatut de Catalunya. No entro a valorar si el Tribunal tiene o no razón en su sentencia, si ellos llevan mucho tiempo valorándolo, son un montón y además juristas reconocidos, no lo haré yo en diez minutos y sin conocer la Ley. Lo que si está claro es que si la Ley marca lo contrario que la mayoría es que la Ley ya no cumple con lo que debería que es normalizar los usos y costumbres de nuestra sociedad.
Debemos entonces plantearnos la modificación de la Constitución, que no debe verse como un ataque a nada si no a la realidad que nos rodea y haciéndole un favor a la democracia y a la propia Constitución que debe ser un códice evolutivo. Ni la propia Biblia queda inmune a los cambios que se dan en nuestra sociedad, la misma iglesia la ha ido adaptandola aunque solo sea en su forma de interpretarla a lo largo de los siglos.
La fiesta de la Constitución está separada por un solo día de la fiesta de la Inmaculada Concepción, y podríamos decir que la Constitución también fue inmaculada en su concepción, pero no debe mantenerse virgen más allá de los 30 años.
No vaya a ser que se quisiese en su momento cambiar la Constitución para adaptarlo al sexo de los descendientes de la Casa Real y eso si fuera de interés nacional y no lo que afecta a un Estatuto, refrendado por todos los estamentos por los que ha pasado.